No sé si estoy en un desván porque aquí se guarda lo que interesa. Los enseres me hablan todos a la vez, sí, Desmond Tutu, que recomendabas junto a tu padre, "No levantes la voz, mejora tu argumento. Así que ya más calmados hago mías sus palabras.

Nace una planta en una máquina, un pájaro se conforma con la luz de una bombilla y hay  unas uvas liberadas de su plástico, ojo al pájaro que se lo ponen fácil. Limones, cafetera, geometría. A esa cara que comparte marco le queda la botella, no está mal, a otro le quedaba la palabra, ¿verdad Blas? Jarra y botella para disimular, pero no cuela. Un pie contesta al teléfono aunque comunique, menos mal que otro pie liberado del zapato sostiene una flor, que como toda flor, pesa lo suyo. Se asocia un pájaro con un capullo en un búcaro actual que no se rompe, tranquilo. Proudhomme, ahora no ocurren esas cosas. ¿Tengo que conformarme con media pera? A esa colonia le puede el aroma de una peladura de naranja, qué se había creído y otro pájaro se columpia, es un osado, mientras los tomates aguanten. Ah!, y ése otro no toma partido entre pimientos, así cualquiera. Me pido el barquito de papel en un mar de zanahorias, cómo serán sus olas. Y empiezan los maniquíes, qué desmadre, ¿nos lo jugamos a las cartas? Al menos, ahí me queda el caballito de cartón de Machado, que aún no sabemos si era de verdad.

Dónde pongo todo. Empecemos por ordenar estas palabras, que no puedo con ellas, antes de que se enfaden y no nos sirva de nada el recuerdo de Desmond Tutu. Y cierro el desván con tranca. Que no se escape la imaginación-aquí vuela a sus anchas- y el arte sin adornos para no robar espacio a las ideas y la armonía rebelde que nos confía Tere Ormazabal. La tranca asegurada, hay mucho que guardar y demasiado pirado suelto.

                                                                                                                                       Blanca Sarasua

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